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Preocupaciones de una esposa.

No son los rayos del sol que entran desvergonzadamente por la ventana, ni el perro del vecino que ladra insistentemente; los que me sacan de la cama para buscar las pantuflas con los pies sobre la alfombra. Es el despertador que repiquetea sobre la mesita de noche dando brincos como conejo rabioso. Le pincho la perilla y por fin se detiene. Es increíble que no exista manera más sutil de despertar. Recién leí en la Vanity Fair, que cada vez que el despertador te saca de tus sueños pierdes cinco segundos de vida. En este mundo hay que vivir con el corazón agitado o no es vida. ¿Cuánto perderás cuando te despierta el llanto del bebe? Eso es algo que no dicen las revistas ni los científicos. Mucho que hemos avanzado.

Tengo que partir dos rebanadas para el sándwich de Ron, cada vez hacen el pan mas apretado; no como el que hacíamos en la granja de la abuela con huevos y leche de verdad. Pavo con un poco de mostaza. Nada como la mostaza para realzar el sabor de las aves. Tal vez un poquito de pimienta.
Café negro y frío en el thermo. Una manzana roja.
Sandra Templeton la sobrina de mi jefe, dice que una manzana al día te mantiene sano. Està estudiando enfermeria, lo leyó en un libro de salud e higiene.
Le preparo a Ron la ropa mientras se baña, camisa limpia y planchada; seremos pobres pero limpios. Calcetines, calzoncillos.
Le dejo la lonchera sobre el comedor, yo tengo que llevar al bebe donde mi madre o llegare tarde a servir mesas.
Oh, por poco lo olvido. La sombrilla…por si cae.
02 Diciembre, 2010
Lilymeth Mena.
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3 comentarios:

Jorge Muzam dijo...

Siento predilección por la buena narración que nace desde la cotidianeidad, de las cosas más simples y habituales, y que desde ahí se van asomando al duro mundo de afuera, dejando la puerta abierta para redenciones, éxitos y caídas estrepitosas.

Un relato sólido en su brevedad y emparentado con la mejor tradición narrativa estadounidense.

Un abrazo Lilymeth.

Elena dijo...

Bonito relato. Me gusta mucho. Describe una situación dura y sin embargo desprende serenidad, que no resignación.
No me canso de leerte.

Lilymeth Mena dijo...

Muchas gracias, Elena y Jorge.