Clara preguntaba a Sissi casi a gritos si quería que la meciera más fuerte. Sissi respondía que si, siempre decía que si; era su mejor amiga y entusiasta cómplice de travesuras. Jamás la dejaba sola.
El subir y bajar provocaba una marea de risas y emoción.
Cuanto más alto, más alboroto.
La puerta de la casa se abrió con un rechinido de bisagras. La madre de Clara se sacudía las manos sobre el mandil, preparándose para interrumpir la fiesta con uno de sus acostumbrados gritos y su mal humor.
-Claraaaaa. Deja ya de ensuciarte ese vestido y ven a comer. Tu padre no tarda en llegar. ! Apúrate ¡
La pequeña, frunciendo levemente el entrecejo, detuvo el columpio vacío con una sola mano.
-Ven, Sissi. Vamos a comer.
29 Enero, 2011
Lilymeth Mena.