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Ensalada de palabras.

Mi cabello era tan largo, que por las noches me tejía una trenza que llegaba casi hasta mis talones. La señora de la peluquería me hacía un despunte cada mes, apenas unos milímetros, era gracioso mirarla casi hincada y yo de pie sobre un banquillo. Mi madre siempre me dijo que a las plantas y a los árboles hay que podarlos para que crezcan. Tenía un amigo en la preparatoria al que le crecieron mucho los brazos…soda, si, me gusta cuando como pizza en la terraza.

Cuando tenia yo unos quince años el cabello se me comenzó a caer, así como si nada. Mi madre preocupada me llevó con varios médicos que lo único que sabían hacer era meterme agujas por todo el cuerpo, pero ninguno me dijo que era lo que me sucedía. Siempre me ha gustado el café con un toque de menta. Los koalas comen eucalipto…rojo, mi favorito es el rojo. Pero sin pelos. Una prima mía tiene un chimpancé. Pañales. Yo siempre fui ecologista.
Me acuerdo que se acabó febrero, por que mi madre me hizo un pastel para mi cumpleaños, luego vinieron abril, enero, mayo. Para entonces ya todos mis vestidos me quedaban enormes, no pude visitar a mis abuelos ese verano, casi no tenia fuerzas para nada. Papá seguía haciendo llamadas todo el tiempo, se me acabaron los libros, quería poner una florería, agosto es un mes bonito para descansar, cerraré en navidad.
Lo ultimo que escuché fue a mi madre decir con una vos apagada que apenas y se escuchaba “Tenía dieciséis años”.
Aquí ya tengo mucho tiempo, no se cuantos años han pasado pero, da lo mismo, me siento igual, no pasa nada. Me acuerdo de la primera sala de espera como si hubiera llegado ayer. Un hombrecito muy amable me recibió y me entrego un manual, me encargó mucho que lo leyera y pusiera atención a las líneas subrayadas en verde chillòn. La vecina de mi abuela tenia un bebe que lloraba mucho, las lagrimas son saladas…galletas?, no gracias.
Estuve en la sala de espera un buen tiempo. Como no había gran cosa que hacer me puse a leer el manual, me costaba trabajo descifrarlo, estaba lleno de trampas y cálculos engañosos, problemas capciosos sin solución lógica, no se, era un embrollo. Había muchas personitas como yo, leyendo y esperando, esperando no se que. Una vez, estaba yo caminando por ahí para salir un poco del manual, cuando se me acercó el mismo hombrecito que me había recibido cuando llegué. Me dijo que habían cometido un gran error y que estaban intentando enmendar mi caso de algún modo, que tenía que acompañarlo a la sala de consejo. Consejo? Mi padre solía decirme que me tallara dentro de las orejas o podría plantar un árbol en ellas. El aguacate es una fruta, tacos dorados, como los hacia mi madre.
En la sala esa me estaban esperando un montón de señores y señoras, todos ellos muy serios. Me dijeron que se habían equivocado conmigo y que había yo muerto sin que fuera mi hora, que no se que cosas de un “temporizador de vidas”. Una señora muy bonita, que se parecía a mi abuela me dijo que lamentablemente no podían devolverme a mi casa, a mi escuela, a mis cosas. Que el daño hecho era irreparable y lo único que podían hacer era concederme un deseo. Lo que yo quisiera, para poder avanzar a un lugar más cómodo para mi.
Me pareció que no había gran cosa que lamentar, realmente no me dolía nada ya y un deseo sin limitaciones se me antojaba muy buen regalo. Mi tía me dio unas pantuflas de peluche, espero que mi madre esté llevando a mi perrito al peluquero cada mes, tengo que cortarme las uñas. Me gustaba cuando papá me rascaba la cabeza para dormirme, una vez soñé que era un té caliente y alguien me tomaba.
Creo que al final, todos caemos de la taza a una boca enorme.
Cuando les dije lo que quería me dijeron que estaba bien, que me dejarían bajar y verlo por última vez. Que también él podría verme pero sumándole a mi rostro los años que habían pasado. Se me hizo un buen arreglo. Una vez vi un cachorro sharpei, lleno de arrugas, espero que me den un vestido planchado.
Hoy es mi día, me han puesto un vestido rosa con pequeñas florecillas, mi cabello es largo como cuando lo tenía, me dieron un listón por si quería atarlo pero no, quiero sentirlo sobre mi espalda y mis hombros. Me dieron unas sandalias muy bonitas y me han dejado aquí en este parque cerca de su casa. Me dijeron que se casó hace diez años, que ya tiene dos lindos niños. Que extraño, tengo hambre, creo que mis tripas hacen ruiditos. Será que solo aquí se siente hambre?
Me he puesto a caminar, he recogido algunas flores, me dijeron que todas las tardes atraviesa el parque para llegar a su casa luego del trabajo. Mi padre tenía una carpintería, la abuela me sentaba sobre sus piernas en la mecedora y me contaba historias. En mi casa había un conejo blanco, siempre se le hacia tarde…un temporizador de vidas. Las nubes están muy blancas, como nata sobre un bolillo con azúcar, pedacitos de chicharrón.
Lo veo ¡ Está mayor, se parece a su padre, pero tiene los mismos ojos melancólicos de siempre. No recordaba que fuese tan bello. Viene hacia mi, me mira rápido, luego vuelve a mirarme, se detiene un momento, duda, sigue caminando y pasa a mi lado. Lo veo volver la cabeza y mirarme de nuevo. Se ha quedado parado ¡ Ahora cierra los ojos y sacude la cabeza, se ha ido. Que ojos tan hermosos, las canas le lucen tan bien, siempre tuvo porte. Me ha dado tanto gusto mirarlo, a mi madre le gustaba ver la tele por las tardes, las aves miran de lado. Que hambre tengo. Cuando me caí de las escaleras me lastimé una costilla. Tacos de carnitas, con mucha salsa. Me ha dado tanto placer verlo que no se si me habría gustado mas darle un beso…o comerme su cerebro.
09 Julio, 2010
Lilymeth Mena.
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