Clara preguntaba a Sissi casi a gritos si quería que la meciera más fuerte. Sissi respondía que si, siempre decía que si; era su mejor amiga y entusiasta cómplice de travesuras. Jamás la dejaba sola.
El subir y bajar provocaba una marea de risas y emoción.
Cuanto más alto, más alboroto.
La puerta de la casa se abrió con un rechinido de bisagras. La madre de Clara se sacudía las manos sobre el mandil, preparándose para interrumpir la fiesta con uno de sus acostumbrados gritos y su mal humor.
-Claraaaaa. Deja ya de ensuciarte ese vestido y ven a comer. Tu padre no tarda en llegar. ! Apúrate ¡
La pequeña, frunciendo levemente el entrecejo, detuvo el columpio vacío con una sola mano.
-Ven, Sissi. Vamos a comer.
29 Enero, 2011
Lilymeth Mena.
5 comentarios:
La soledad conduce a nuestra imaginación por caminos extraños.
Siempre me han aterrorizados esos amigos invisibles que a veces tienen los niños.
Mi hija mayor tenía una pandilla de amigos inventados debajo de su cama. Jugaba con ellos a solas en su cuarto, riéndose y cantando, y callaba mientras me miraba enojada si yo entraba a ver qué hacía, mirándome ceñuda y obsesiva, para luego volver a los juegos y las risas según salía de su cuarto.
Me moría de miedo, lo confieso.
Lilymeth, con lo lejos qué estás y lo cerca que te siento.
Cualquier parecido con algun caso cercano, es pura casualidad.
Gracias por leer.
Aprecio sus comentarios :)
Me dio meyo
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