El calcinante ardor que entraba
por garganta y pulmones dificultaba la respiración hasta convertirla en un esfuerzo
gomoso y casi inútil. La blanquecina luz del lugar enceguecía dolorosamente los
ojos hinchados obligándolos a permanecer pegados por las lágrimas. En sus
adentros todo se sentía al rojo vivo. Era como una herida que jamás podría
curar. Las vísceras se le compactaban con esa incomoda presión que oprime de
afuera hacia adentro. Una mezcla de moco y líquido salio de él al mismo tiempo que
expulsó un desgarrador gemido que rompiera el silencio de la noche. El medico dijo
entonces en voz alta “Hora de nacimiento 2:32 de la madrugada”.
Lilymeth Mena
05 Noviembre, 2012.
7 comentarios:
Interesante blogs, me gustan tus cuentos cortos. Me hizo recordar a Augusto Monterroso. Por ahi tengo algunos cuentos cortos, escritor por tu servidor. De casualidad encontre tu pagina, tambien me aficiona la escritura pero en un nivel amateur.
Saludos.
Maravilloso tu texto
brillante, simplemente brillante
Conmovedor me encanto un gran cuento
Estupenda!
Me gusta tiene mucho sentido
🙏🙏🙏🙏
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