Una camioneta mediana se detuvo en la acera sobre la avenida, varios policías con chaleco y armas largas, salieron del vehiculo para dispersarse entre los autos estacionados, como cazadores, agazapados, casi de cuclillas, hacia los callejones y callejuelas. Se podía escuchar sus pasos, aunque ellos creyeran que no.
Detrás de la barda de madera, la que separa la escuela y el patio de la iglesia, se escucha una voz muy queda, un hombre está tirado en el suelo, con la respiración y el pecho agitados, quiebra una botella de vidrio contra el suelo, sujeta un trozo que le sangra la mano y llevándoselo al cuello, lo hunde lo mas hondamente posible, todavía alcanza a susurrar, con una sonrisa en los labios “No volveré…no volveré”.
03 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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