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Deja vu...

Desde hace un año más o menos a la fecha me voy acostando por ahí de las tres de la mañana cuando el cuerpo y la mente ya no pueden más y es posible conciliar el sueño, apenas tengo unas tres horas para dormir antes de que suene el despertador, desde hace unos doce años me veo perseguida por sueños que si no son del todo recurrentes son sueños en los que me veo envuelta en situaciones comunes que afuera en la vida real sin ser sueños ya, se vuelven un deja vu constante. Dicen que todos tenemos sueños por mas malos o distraídos que seamos, aunque no soy tan mala ni distraída no recuerdo siempre lo que sueño pero no dudo que mi subconsciente se mantenga ocupado aun mientras mi voluntad esta dispersa. Durante estos doce años que mencionaba anteriormente he tenido sueños que mas que sueños son breves despertares que me devuelven a una parte muy laboriosa, triste y fea de mi vida a la que no he podido o no he sabido hacerle frente, encararla para de una buena vez librarme de ella. Por eso se que vuelve a mi en esos momentos en que me encuentra indefensa.

En esos sueños que para mi desgracia son los únicos que recuerdo con claridad, me veo haciendo lo que hice por tantos años, me veo buscando en el periódico casas o departamentos en renta, visitándolos, conduciendo por calles de lugares que no conozco, miro personas con facciones muy distintas a las que estoy acostumbrada.
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Abro la puerta que me recibe con un sordo rechinido, entro a una casa de grandes dimensiones, las paredes están sucias, el piso opaco, la herrería de las ventanas esta oxidada, el calentador chorrea agua de color chocolatozo sobre el suelo que parece absorberla con un sed terrible, la cocina esta invadida por la humedad y la peste a viejo, al abrir la llave del agua caliente se deja escuchar un crujir de tuberías que mas bien parecen tripas hambrientas suplicando por una miga, la luz tintinea en el estudio y en algunas habitaciones ni siquiera enciende, el baño me hace pensar que nadie jamás ha vivido aquí o que ha pasado demasiado tiempo, tanto que estos muros podrían hablar solos, han guardado tantas voces y sonidos que tienen acumulada la memoria de mil vidas, los pasos de alguien caminando por el pasillo principal, la pelota que rebota en el patio de atrás, el cucharón dando vueltas a ese adobo sobre la lumbre, las voces que platican en el piso de arriba, el techo esta sucio y gris como un camino por el que han pasado muchos ojos, tantos que ya ni se distinguen las huellas de cada mirada es una sola huella opaca.
Siento ese hueco en el pecho y esa angustia tan familiares al imaginarme todo el trabajo que tendré que hacer yo sola, pintar, lijar, limpiar, desarmar para volver a armar, cambiar empaques, pulir, enyesar, barnizar, resanar. Me miro las manos manchadas de pintura en ese tono verde claro que tanto trabajo me costo combinar, traigo puesta esa playera vieja y holgada que antes fuera para dormir, me estiro lo mas que puedo para llegar hasta donde se juntan pared y techo pero me falla el equilibrio y caigo.
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Me despierto súbitamente después de la caída con el corazón agitado, intento calmarme, por un instante no se donde estoy, es aquí donde realmente me miro sobre esa superficie conocida y me sobreviene el deja vu (luego que el sueño ha terminado), miro las paredes blancas que me apretujan con su presencia sin poder reconocerlas, no se en cual de todas las 14 casas donde he vivido estoy, no se que edad tengo, si estoy casada o no, no se siquiera si soy.
En ese instante justo antes de recobrar la conciencia siento miedo.
Tardo un minuto eterno en darme cuenta de en donde he despertado, miro las cortinas a rayas verticales y recuerdo, tengo 33 años, hace casi tres que me divorcie, esta es la cama en la que duermo todas las noches, sola, mi Sam duerme en la habitación de al lado y puedo escuchar su respiración, mi perro esta parado con sus patas delanteras recargadas sobre mi cama mirándome y moviendo su pequeño rabo, estoy…soy yo de nuevo.
Yo se que un día podré irme a la cama sin que sean las tres de la mañana, que podré dormir sin tener que agotar la mente y el cuerpo, que soñaré sin ese hueco o esa angustia en el pecho, sin pintura verde o playeras viejas con manchas, sin escaleras que no alcanzan ni caídas que dejen inconcluso todo, por que con una escalera que no alcanza no se pueden pintar las esquinas mas altas, borrar las huellas de esas miradas en el techo o tocar las estrellas y cuando uno deja algo inconcluso esto te persigue para reclamarte, hasta que le des fin.
Espero un día poder estirar mi brazo unos centímetros mas, poder comprar una brocha mas larga o encontrar una escalera que me alcance para terminar lo que exige ser terminado.
06 Diciembre, 2009
Lilymeth Mena.

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