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Pozole de puerco...

Hoy siendo día de cobros, depósitos bancarios, pagos de deudas y demás cosas de cada quincena, me dispuse junto con mi madre, mi Sam y mi carrito del mandado para ir de compras y pasar al banco y al cajero automático a realizar todo lo anterior y las compras de despensa al merado para la semana y la comilona (que no puede faltar) del día de mañana quesque para festejar nuestra independencia, es de todos bien sabido que a los mexicanos nos encantan los pretextos para hacer fiesta de todo, comilonas de todo y emborracharnos de todo (lamentablemente yo no bebo ni curado de piña). Así que esto ultimo es privilegio de otras familias no de la mía que es ultra conservadora y a la antigüita.

La mayoría de nuestros festejos son bien fugaces, cena en casa de mamà acompañada de corta sobremesa charlando, una película y después cada quien para su casa, mi familia es tan pequeña que no se hace jamás la gran fiesta ni nada por el estilo, apenas somos mi hermano, mi hermana, mi sobrinita, mi hija, mi madre y yo. Recuerdo aquellos días de mi infancia donde visitábamos a la abuela Teresa la madre de mi padre, el comedor para doce no alcanzaba, así que primero comíamos los niños y luego los mayores, eso fue cuando fueron buenos tiempos luego mi padre le retiro el habla a su familia durante lo que le restó de vida. Mi padre se caso con una india mexicana cosa que a su familia totalmente española no le agradó para nada y siempre era molesto visitar a la abuela para mi madre, malas caras, burlillas, malos comentarios, aun cuando mi madre tenia mas clase y andaba mejor vestida que varias de mis tías. Su cara morena de facciones indígenas se veía realmente hermosa aun sin maquillaje y ellas, las pobres, sentían que tenían que untarse todo lo que pudieran con tal de verse presentables, aun cuando en realidad eran bellas creo que siempre fueron feas por dentro y así era como realmente se sentían frente a mamà (incluso mi abuela).
Cuando dejamos de ir a la casa de la abuela a festejar los días de fiesta, íbamos a casa de alguno de los amigos de mi papà, si algo le sobraban a mi papà eran amigos.
Las navidades por ejemplo, eran una delicia en casa de Rodolfo Rosas el “zaz zaz zaz” el y su mujer, Laura, se conocieron ya estando casados cada quien por su lado, de esas cosas que simplemente pasan, cada quien se divorcio para poder formar una nueva familia el con tres hijos, ella con cuatro, ya casados tuvieron seis hijos mas así que su casa era una jolgorio total, una fiesta constante, niños y jóvenes por todos lados cada quien en su rollo, a casi todos sus hijos les pusieron nombres muy mexicanos por ejemplo y de los que me acuerdo Cuauhtemoc, Moctezuma, Tizoc (el que era de mi edad y se la pasaba molestándome), Tenoch, Citlalli (la loquita, se cayo del primer piso cuando pequeña y se golpeo la cabeza), Xochitl, Meztli.
A veces me da pena no haber podido darle a mi Sam recuerdos así para su adultez, muchos primos, tíos, tías, una familia grande donde se fueran tantos que la mesa de doce no alcanzara, me da pena no haber podido darle mas que su infancia de encierro y juegos conmigo. Aquel que dice que no se arrepiente de nada de lo que haya hecho y que lo haría todo igual, o es un completo imbecil o un hipócrita, un ingenuo o loco. Menos cuando son decisiones que han afectado la vida de terceros, la nuestra bien puede valer madres, y ni aun así, siempre existirá el sentimiento logico e irremediable de…y si yo hubiera (aunque el hubiera no existe).
Por lo mientras hoy en el mercado me toco ver la carnicería llena (todo mundo quiere comer pozole mañana con manitas de puerco, cachete, trompa y oreja) de mujeres con sus canastos y bolsas esperando ser despachadas por el señor tablajero (no carnicero) que con su blanco mandil coloreado de sangre alegremente preguntaba –A usted marchanta…que le damos?.
14 Septiembre, 2009
Lilymeth Mena.

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