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Enamorado...

A las seis y media de la mañana suena la alarma de tu reloj, yo me despierto al mismo tiempo en el que te vas quitando la pijama para meterte a la ducha, junto a la pata de la cama cae la camiseta y la ropa interior impregnada de tu aroma, por que hueles, sabes? Por mucho que te talles, te perfumes y te embadurnes, hueles, tienes una esencia única que podría distinguir en medio de una multitud. “No hay como un baño caliente para comenzar el día” sueles decirme con tu sonrisa picara y coqueta desde el cancel de la regadera: siempre he respetado tu hora del baño, por eso en lo que escucho como comienzas a enjabonarte, como te lavas el cabello y te enjuagas todo el cuerpo, me voy a la cocina a tomar un poco de agua. Esta mañana el repartidor ha entregado el periódico temprano, lo ha deslizado por debajo de la puerta, le echo un vistazo por encima y me asomo a la ventana, el lechero aun no llega.

Aunque se que te enojas conmigo me como el pastel de carne que quedó en el plato anoche, apuro los mordiscos antes de que salgas de bañarte y que me regañes, casi, me atraganto; no me gusta cuando me hablas fuerte. Eres tan bonita cuando estas contenta. Cuando caminas por las habitaciones cantando y haciendo tus cosas, meneando ese diminuto vestido verde limón por todos los rincones de la casa, ese vestido que no oculta nada.
Cuando sales del baño envuelta en una toalla secándote el cabello, yo finjo, hago como que estoy demasiado entretenido en mis cosas como para estarte fisgoneando, pero, me encanta mirar como subes una pierna en la silla del tocador para ponerte crema, luego subes la otra. Eres tan meticulosa que has escogido la ropa que te pondrás para la oficina desde anoche, no salgo de la recamara hasta que te has puesto las medias y has abrochado tus sandalias. A veces cuando me da la impresión de que te has ido molesta conmigo, me quedo con un sentimiento raro todo el día, cuando oscurece me asomo insistentemente a la ventana esperando a que vuelvas, necesito mirarte para sentir que todo esta bien. Mucha gente dice que el tiempo y la costumbre terminan por matar el amor, yo, nunca me he cansado de mirarte, de andar detrás de tu olor, de besar tus pies, jamás he dejado de sentirme nervioso cuando se que estas por volver a casa, aun me tiemblan las rodillas de emoción cuando te veo entrar por la puerta cargando tu portafolio y las bolsas de la despensa. Creo, que eres el amor de mi vida.
Pones las bolsas como puedes en la mesa, salen rodando algunas manzanas, quitas las llaves de la puerta y mirándome dices con dulce vos “Ya llegue, como estas mi cosita hermosa?”
Yo me siento tan feliz de volver a verte, que muevo mi rabo como la hélice de un helicóptero.
11 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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