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El cuarentón meticuloso con delirios de persecución y sobre protección maternal.

En una noche donde abundan las sombras cualquier cosa puede ocurrir. Las secretarias, los contadores, mi jefe, todo mundo se va yendo poco a poco, los empleados de la limpieza son mis últimos compañeros al final del día. Cuando por fin termino de cerrar la caja y las cuentas quedan claras tengo que echarle llave a todo, seguido de cerca por el último uniformado que queda y al que le toca hacer las rondas nocturnas. Parado ya sobre la acera miro el reloj debajo de la luz de la salida de personal. Doce y media. Por más que me apuro siempre me gana la media noche; afortunadamente vivo tan solo a unas cuadras, las mismas que siempre me toca caminar de regreso por que a estas horas y por estos rumbos es más difícil pescar un taxi que un cachalote de ochenta kilos. Procuro mirar hacia ambos extremos de la calle para ver si no hay nadie por ahí al asecho, muchos maleantes creen que por que uno trabaja en lugares como estos tiene uno poder para sacar el dinero a voluntad, no vayan a querer hacerme una cochinada una noche de estas.

Hace un frió de los mil demonios, tiro de la gabardina para cubrirme lo mas que puedo el cuello, no se si sea por la edad pero cada vez que me da un resfriado tardo mas en recuperarme, también puede que sean los virus que cada año se ponen mas extraños con eso de las mutaciones. Antes de doblar a la derecha veo gatos sobre un bote de basura, peleándose por la sardina mal congelada que tiro el tendero de la esquina. Veo una sombra ancha y alargada parada del otro lado, antes de cruzar me detengo para estudiar el panorama, no es nadie, tan solo un poste, como no me había fijado que estaba ahí? si paso por aquí todas las noches? De verdad me están afectando los años, me estoy volviendo un viejo paranoico, ridículo.
Comienza a caer una ligera llovizna así que aprieto el paso. Una extraña sensación se apodera de mi, me tiemblan un poco las rodillas y me sudan las manos cuando escucho pasos siguiéndome, no quiero voltear pero, tampoco puedo dejar que crean que tengo miedo, he dicho miedo? Me paro en seco, hago como si nada, saco un cigarro y le prendo fuego. Pasa junto a mi una pareja de novios, los dos algo ebrios. Pues claro¡ es viernes por la noche, el único que no tiene vida social ni novia, eres tú. A nadie le gusta perder el tiempo, carajo se me han mojado los mocasines, nomás a mi se me podía ocurrir estrenar zapatos un día como hoy, de por si tiene uno pocos placeres en la vida para terminar con los zapatos nuevos todos flojos y escurridos. Bueno, media cuadra mas y ya esta. Pero, que es eso que se ve afuera de la casa? Es una persona, si, estoy casi seguro que es un tío ahí parado, me tendrán vigilado? Me habrán seguido hasta aquí? Pero, como han averiguado donde vivo? Instintivamente, llevo la mano al puño de la daga que siempre llevo estratégicamente oculta en el forro de la gabardina. Siento la boca seca hasta la garganta. Antes me los quiebro que permitir que me utilicen. Robar a la compañía, por medio mío, eso nunca. Ese dinero es sagrado. Buenas noches patrón. La sombra resulta ser el vagabundo que ronda la cuadra, si será pendejo, por poco le corto el cuello. La gente hoy en día es muy desconsiderada, habrían de tener mas cuidado.
Por última vez antes de meter la llave y entrar a casa, volteo para echar un ojo. Todo parece estar en orden. Me saco la gabardina mojada y la cuelgo en el perchero. Saco lo que traigo en mis bolsillos, lo acomodo todo sobre el escritorio. -Buenas noches mijo –dice mi anciana madre desde su habitación- Buenas noches mamá, hasta mañana.
24 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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