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El perro ciruelo...

Fui bueno por ti, te quería y necesitaba verte bien. Aquellas mañanas cuando el peso del mundo se colocaba sobre mis hombros no podía herirte de ninguna manera, ponía la mejor de mis sonrisas, me esforzaba por tener buen semblante; incluso cuando era el día mas gris y por la ventana solo se podía mirar el sol nublado de un mayo mas, yo te colocaba margaritas en el cabello e intentaba. Dios ¡ de veras que lo intentaba. Tu madre en cambio, se esmeraba en hacerte notar hasta el mas pequeño de mis defectos, de mis manías, de lo que ella llamaba mis malas actitudes; nunca me molestó, nadie mejor que yo conozco esa lista interminable de números negros en mi haber, pero, era necesario tanto fastidio para ti? Agotarte con tanta monserga?

Cuando caíste enferma procuré hacer la vida más fácil para todos, la casa, los niños, el jardín, tu madre, la oficina. Pero nada era bastante, me fui quedando corto cada vez un poco mas, hasta que fue inevitable ocultar mi ineptitud, no sabia como ser esposo, ni padre, ni yerno, ni enfermero o jardinero. Las rosas son tan difíciles, y el perro, no se dejaba bañar.
Una noche infernal, después de muchas otras, decidiste que estabas demasiado cansada para luchar, que aquí no había razones suficientes que te ataran a una existencia terrena tan dolorosa, te declaraste vencida y te fuiste sin decirme adiós.
Tu madre murió el verano siguiente, ella también pensó que este mundo sin ti no era lo mismo, y decidió no quedarse.
Los niños crecieron, cada uno fue buscando su lugar en el universo, su por que en este instante, en esta mota de polvo que para cada uno es tan distinta; Max, tu perro, sufrió de cataratas, vivió ciego los dos últimos años, murió y lo enterré debajo de tu árbol de ciruelas, no se si sea idea mía pero desde entonces sus frutos son mas grandes y dulces. Max siempre fue un perro muy dulce.
Yo, sigo viviendo en la que fue nuestra casa, mantengo el jardín como era en aquel tiempo aunque los nietos vienen tan poco, ya no hay perro que retoce y el buzón esta muerto de hambre. Por las mañanas despierto con ganas de volver a cerrar los ojos. Aun no se si te extraño o si estoy molesto contigo, por hacerme esto, yo no me di por vencido, yo no renuncie.
11 Abril, 2010
Lilymeth Mena.
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