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Pirata de amores...

Sin tener planeado este viaje nos hemos hecho a la mar cuando amenaza una tormenta, las nubes oscuras y cargadas de agua son un constante recordatorio de lo que esta por venir mas temprano que tarde, las amarras de las velas han sido sujetadas para que los fuertes vientos no arrasen con ellas, pues, después de la tormenta suelen ser las velas la mayor fortuna si sobreviven, los barriles de la bodega golpetean unos contra otros a pesar de estar fuertemente atados, las lámparas que cuelgan de los techos sin ninguna gracia parecen borrachos aturdidos dando y dando giros.

Desde el puente y sujetándome con la diestra del pasamanos frontal, doy ordenes a gritos para que la tripulación sienta mando, seguridad, “una triste tormenta no puede con nosotros” debe ser el pensamiento ultimo en sus mentes, aun si alguno de ellos cae por la borda y se pierde en el mar enfurecido.
Es muy difícil enfrentarse a un enemigo desconocido, a un ente que no puedes ver pero del cual conoces la furia y el nulo sentido de la razón, pero contra una tormenta, vieja conocida nuestra…nada mas fácil que esto.
Lo mas terrible que puede suceder es que la nave se parta en dos o nos pegue un rayo, de ahí en fuera todo son buenas probabilidades, quizá nos mojemos y resultemos golpeados contra los cabestrantes pero, eso cualquiera puede sufrirlo, aun en los mejores tiempos, aun en los mas lujosos barcos, donde las señoras y señores ricachones gastan fortunas para pintarse la piel con un poco de sol.
Como si no hubiera sol en todas partes o el mar no fuera azul aquí y allá.
La ventana redonda de mi camarote da tumbos contra el marco maltratado que como una boca hambrienta busca darle una mordida y atraparla con los dientes, el vaivén de las olas bravas nos mece como una niñera enojada a un bebe en su cuña de latón, un bebe al que hay que castigar por mal portado aunque patalee, aunque llore. Pero aquí nadie se queja, todos sabíamos a lo que estábamos entrando, siempre vimos la tormenta venir, siempre supimos que no todo puede ser calma y mares mansos, que el transporte de carga tiene sus contras, mas cuando se trata de carga robada a naves ajenas, ser pirata es ser paria, perseguido por los confines y rincones.
Ja ¡ y te haces llamar tormenta? Esto es todo lo que tienes? Y crees que con esto podrás conmigo? Tan débil me habías imaginado? No tomaste en cuenta el parche sobre mi ojo derecho? Mi pata de palo? La cicatriz que tengo sobre el corazón? Te pensaste que soy nueva en esto? Crees acaso que te tengo miedo?
Pues ya ves que no, aquí me tienes erguida sobre mi pierna buena sosteniéndome de las redes que cuelgan del asta mayor dando ordenes para toparte de frente, por que quiero mirarte a los ojos y reírme de ti.
Ahora vieja amiga puedes cargar mi cuerpo contigo si quieres, poco me importa que me tires por la proa hacia un costado y me jales con la cresta despeinada de tus olas rabiosas, poco me importa que me arranques la otra pierna o que me parta un rayo la cabeza.
No te tengo miedo, aquí me tienes…y te haces llamar tormenta ¡¡
28 Octubre, 2009
Lilymeth Mena.

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