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Dos, tres almohadas...

De pronto me encuentro sin tu presencia, sin la dicha que tu sexo me da al amanecer el día y despertar pegados, tu olor aun no se extingue del todo de mis ropas o mi piel, en las arrugas de las sabanas puedo todavía adivinar tu graciosa silueta silente que me mira acusándome de abandono, el pecado imperdonable de dejarte partir cuando sale el sol y se termina el sueño.

Por que sabes, vida, eres tú el más profundo de mis sueños.
Las aves cantan y beben agua de la fuente del parque, las hojas nuevas reverdecen en los árboles que han sobrevivido un invierno mas, el mundo gira, la vida avanza y yo sin ti, tú…sin mi.
Si supieras lo difícil que es despertar sin tu respiración sobre mi espalda, sin tu olor debajo de la nariz, sin tu sabor en los labios, no podrías alejarte así, me tienes tan poca consideración, a veces creo que te gusta castigarme.
Me dedico ahora a pisar sobre las huellas que has dejado marcadas sobre la arena con la esperanza de encontrarte tan solo unos pasos mas adelante, de noche cuando me es difícil dormir por no tenerte, dibujo estrellas en el techo de mi habitación para cuando vuelvas y dejo siempre la ventana abierta por si un día entre sueños decides venir a visitarme.
Que no daría yo por tenerte esta noche sobre el pequeño espacio que ocupa mi cama, como si tuviese derecho, como si tú quisieras, apenas un par de metros cuadrados mullidos que huelen a mi, dos, tres almohadas, pares de manos, brazos, piernas para cubrirte del frío y del miedo a la oscuridad.
Pero se hace de noche, el cielo es casi tan negro como mi cabello, las azucenas sueltan su aroma nocturno y afuera los grillos cantan, otra noche de cama fría dibujando estrellas en el techo, otra noche que no tienes piedad de mi.
09 Febrero, 2010
Lilymeth Mena

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