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Libertad...

Hace muchos años conocí un hombre que se jactaba de jamás dar explicaciones por que el y nadie mas que el era dueño de su vida, de sus decisiones y responsable de sus actos.

Este hombre que tanto hacia gala de ser libre de obra y pensamiento cometió errores muy grandes durante su juventud, al llegar a la adultes no solo continuo cometiendo errores si no que en algunos casos los repitió, claro que nadie podía darle consejo o pretender decirle que tomara nota, que aprendiera del pasado (el era dueño de su vida).
Como tampoco daba explicaciones ni sentía que tuviese que justificarse jamás, sus relaciones resultaron ser bastante inestables, sus matrimonios todos fracasaron. Y siguió sin aprender de la vida, de lo mal hecho, quizá le gustaba repetir patrones. Científicamente esta comprobado que un rayo si puede caer dos veces en el mismo árbol. En este caso quien sabe si este hombre era el rayo, el árbol o solo tenía la mala suerte de estar en el lugar menos indicado en el momento menos adecuado.
Pasaron los años y para este tipo no cambio la suerte así como el no cambiaba su actitud de “yo jamás explico nada, solo yo soy dueño de mi vida”, hoy en día a su edad es un hombre que vive solo por que ninguno de sus matrimonios tuvo solides para durar mas de algunos años, los hijos que tuvo se mantienen lo mas lejos posible de el, es un hombre que se la pasa renegando de los demás, del mundo, de la suerte, del infortunio bajo el que nació, de si el gato negro se cruzo frente a el esta mañana. Nunca acepto que la vida y la libertad son mucho mas que esa actitud, que el ser libre de actuar, pensar y sentir va mas allá de dar o no explicaciones, que la verdadera libertad reside en primero ser libre por dentro, que el estar proclamando su libertad no significaba nada para los demás por que para el mismo eran solo palabras. –Me voy a ir al pueblo de mi madre, moriré solo como un perro. Me dijo alguna vez. Yo creo que el se estuvo preparando para ese final toda su vida, y obtuvo lo que quiso.
Hoy escuche a un hombre muy joven mientras discutía con una mujer –Yo y nadie mas que yo soy dueño de mis decisiones y de mi vida. Recordé a aquel triste hombrecillo anciano viviendo sus últimos días solo en la que antes fuera la casa de su madre, en un pueblito feo y polvoriento, esperando a morirse…como un perro.
30 Agosto, 2009
Lilymeth Mena.

2 comentarios:

Juan Delgado dijo...

Es una pena que estas actitudes sean tan reales...un saludo

Anónimo dijo...

muy bueno el texto